Ante las consecuencias del cambio climático y de mercados cambiantes, es necesario tomar medidas como la adopción y desarrollo de nuevas variedades, diversificación de cultivos, uso de paquetes tecnológicos adecuados, producir lo que demanda el mercado, mejorar las prácticas de cultivo y hacer un uso eficiente de los recursos, entre otros aspectos.
La diversificación de cultivos puede ser una estrategia de alta rentabilidad. En este sentido, las oleaginosas como el cártamo y el girasol representan una opción rentable para los agricultores, ya que en el noroeste y centro del país existen condiciones ambientales óptimas para su producción.
Además, en México, la industria aceitera demanda una fuerte cantidad de semillas de oleaginosas que tiene que importar por falta de oferta en el mercado nacional. El aceite de cártamo y girasol han mostrado una demanda creciente en los mercados tanto nacional como internacional.
El cultivo de cártamo y girasol cuentan con varias fortalezas y oportunidades, por lo que son una opción sólida y consistente en el patrón de cultivos de la agricultura mexicana. Su bajo requerimiento de agua, su manejo fitosanitario y su resistencia a climas extremos, son algunas de las ventajas que representan además de contar con un mercado insatisfecho. Representan una opción para los agricultores que buscan nuevas opciones para mejorar sus resultados y fortalecer sus inversiones.
Los desafíos actuales que enfrentan los agricultores ante el cambio climático incluyen el nuevo comportamiento de las plagas y enfermedades, y nuevas estrategias para disminuir el estrés, el acame y compensar la falta de frío durante la etapa de amacollamiento o cuajado de fruto de los cultivos, entre otros aspectos.
Dentro de las acciones propuestas por los especialistas para comenzar a superar los efectos del cambio climático se encuentran el ajuste de las fechas de siembra para optimizar el mejor periodo del desarrollo del cultivo, el uso correcto de las variedades de acuerdo a sus requerimientos climáticos y el uso de modelos de simulación para la toma de decisiones.
También, promover el mayor uso de los pronósticos estacionales y mensuales del clima para ayudar en la mejor selección de variedades y prácticas agronómicas, así como la instalación de sensores de suelo en estaciones automáticas a profundidades de 5, 10 y 30 centímetros y el uso de la evapotranspiración real de las plantas para optimizar mejor el agua de riego y evitar el déficit o el exceso en el uso de este elemento.